La Malvasía, una de las más antiguas variedades de uva, cultivada en casi todas las islas del Mediterráneo.
La Malvasía es una variedad muy aromática, de alto contenido polifenólico, buena acidez y rica en azúcares, que da su máxima expresión en los bancales de Banyalbufar.
Abandonado el cultivo alrededor del año 1955, la planta entro en un deterioro que hacia inviable su cultivo. Hoy estamos orgullosos de haber contribuido a su recuperación de verla presente en nuestras tierras.
En Mallorca, diferentes municipios de la Serra de Tramuntana han sido famosos a lo largo de la historia por el prestigio de sus vinos de malvasía, y uno de ellos ha sido Banyalbufar. Tras la conquista de la Isla por parte de Jaume I, la agricultura fue la ocupación casi exclusiva de los habitantes de este lugar que, aprovechando al máximo el difícil terreno de la zona, acondicionaron las pendientes con bancales para poder sembrar parras. En el siglo XVI se obtenían unos 250.000 litros de vino de malvasía, que se exportaba sobre todo a la corte de Aragón. Posteriormente, en el siglo XIX, de la mano del Archiduque Luis Salvador, la malvasía recibió numerosos premios en los Salones de Vino de media Europa.
Pero lejos de sus épocas de esplendor, la variedad ha estado gravemente amenazada hasta fechas muy recientes. El progresivo abandono de la agricultura a mediados del siglo pasado llevó a la malvasía a una situación límite y estuvo al borde de la extinción. Las pocas cepas que quedaban estaban debilitadas, apenas daban fruto, y los primeros estudios realizados concluyeron que, prácticamente todas, estaban afectadas por diferentes tipos de virus.
Entre 1999 y 2005, se llevaron a cabo dos proyectos para obtener clones de malvasía libres de virus y con unas buenas características agronómicas y enológicas. «Los virus de las plantas como los de los seres humanos –explica Medrano, catadrático de la UIB– son incurables. No existe ningún remedio, sólo hay paliativos. Al igual que en el hombre los hay leves, como la gripe; y graves, como el SIDA. Y en el caso concreto de la malvasía, nos pareció que la forma más eficaz de sanear la especie con garantías era mediante cultivos in vitro a partir de meristemos apicales, un tejido mínimo de 0,1 mm cerca de la yema, al que no llega la savia y por tanto tampoco la infección.»
El proceso de recuperación de la variedad comenzó con la recogida de los brotes más tiernos de malvasía, que se fueron pelando con bisturí hasta dejar sólo ese puntito libre de virus, el meristemo, a partir del cual la planta puede desarrollarse porque es una zona de multiplicación celular permanente. Posteriormente, estos tejidos mínimos se introdujeron en un tubo de ensayo con los nutrientes necesarios para que se desarrollaran. Todo este trabajo de microcirugía se realizó en el laboratorio y en condiciones de total asepsia.
Las plantas que lograban sobrevivir estaban verdes a las dos o tres semanas y comenzaban a crecer y enraizar; era entonces cuando se las sacaba a un medio de cultivo ex vitro, colocándolas en pequeños tiestos en condiciones estériles. Si superaban esta fase se trasplantaban en recipientes más grandes al aire libre. Más tarde, fueron sometidas a un test para comprobar que, efectivamente, los ejemplares estaban sanos. Y las que superaron este proceso fueron injertadas sobre patrones en varias fincas experimentales.
Mediante este proceso, en 2006, la malvasía de Banyalbufar se convirtió en la primera y, hasta la fecha, única malvasía de España con certificado sanitario. Medrano matiza que esto no quiere decir que no haya malvasías sanas en otros lugares, sino que no han pasado por este proceso de certificación. Con los primeros 30 kg de uva procedentes de la selección clonal se elaboró un vino que resultó excelente, ya que mantenía las características originales de la variedad, aunque ligeramente más alcohólico.
(http://www.elmundo.es/elmundo/2009/03/16/baleares/1237232469.html)